Salir a caminar durante los días previos a la noche de muertos por el portal Hidalgo de la plaza Vasco de Quiroga provoca una sensación incomparable y singular al ver el colorido y belleza de miles de calaveras de azúcar en todos los tamaños y colores posibles.
Ninguna ofrenda del Día de Muertos estaría completa sin las tradicionales calaveritas de azúcar pero ¿cómo llegaron a formar parte de nuestras tradiciones?
Las culturas mesoamericanas dejaron huella en el México actual ya que elementos de sus costumbres se unificaron con los de la cultura española para realizar un sincretismo religioso.
La muerte, para los antiguos mesoamericanos era sólo la conclusión de una etapa de vida que se extendía a otro nivel. En la práctica era común conservar cráneos como trofeos y mostrarlos durante los rituales que simbolizaban el término de ese ciclo.
Altares como el tzompantli, el cual era una hilera de cráneos de quienes habían sido sacrificados en honor a los dioses y que ensartaban a través de perforaciones en los parietales, y la imagen del rostro del señor del inframundo y los muertos, Mictlantecuhtli, eran comunes en la vida de los antiguos mexicanos.
A la llegada y conquista de los españoles, los rituales que iban en contra de los preceptos de la religión católica fueron prohibidos y en muchos casos, ante la resistencia de los pueblos indígenas por eliminarlos, se sustituyeron por otros.
La coincidencia en fechas de la celebración de muertos de los antiguos pueblos mexicanos con el Día de los Fieles Difuntos de los españoles permitió estos cambios. Tal es el caso de las calaveritas de azúcar.
Estos dulces cráneos son producto de una técnica traída por los españoles: el alfeñique, especie de caramelo o confitura con base en azúcar pura de caña hasta formar una pasta moldeable.
Los estados que originalmente acogieron esta forma gastronómica son Michoacán, Guanajuato, Morelos y el Estado de México, siendo este último uno de los más importantes en la producción del alfeñiques, al punto de realizar una feria anual dedicada a este manjar.
La tradicional calaverita de azúcar se elabora con una mezcla de azúcar caliente con un poco de limón que se funde hasta formar una masa líquida, la cual se vacía en un molde para dar la forma de un cráneo. Después, con azúcar glass coloreada se agregan los detalles de forma artesanal, anillos en los ojos, espirales en la parte superior del cráneo y una sonrisa.
Una de sus particularidades es llevar en la parte superior el nombre de la persona a la que está destinada, ya que es una forma de recordatorio de que lo único seguro que tiene el ser humano es la muerte.
Actualmente, las calaveritas de azúcar también se elaboran con amaranto o chocolate, además de que cada estado de la República Mexicana tiene una manera distinta de hacer alfeñiques, por ejemplo en Puebla complementan el dulce con cacahuates o pepitas, en tanto que en Oaxaca le añaden miel en el centro, mientras que en el Estado de México también los hacen de pasta de almendras. Particularmente en Pátzcuaro las puedes encontrar de azúcar, amaranto, chocolate negro y blanco y además en diversas formas y presentaciones.
Estas calaveritas no sólo sirven para recordar a los muertos y el destino que todos compartiremos, son también una forma de agasajar nuestro paladar y mantener una de las tradiciones más ricas de México.
Originally posted 2016-10-18 12:00:23.