Esta danza purépecha solía representar la llegada del solsticio y el equinoccio, pero con la conquista española se modificó para representar la tortura que sufrieron los ancianos al ser obligados a entregar sus tesoros.
La danza de los viejitos es uno de los bailes más representativos de la cultura michoacana, todos la han visto al menos una vez en su vida y reconocen a los viejitos por sus bastones y sus máscaras, pero, ¿sabías el significado detrás de esta danza?. Sigue leyendo y te explicaremos qué representa la danza de los viejitos y las características de su traje.
De acuerdo con los purépechas, la tradición data desde tiempos prehispánicos, cuando los hombres ancianos del pueblo bailaban con sus bastones realizando un ritual cada cambio de estación, en cada equinoccio y solsticio, los viejitos realizaban una ofrenda en honor al dios sol o al dios viejo (Tata Jurhiata).
En la danza de los viejitos (T’arche Uarakua) participan cuatro danzantes, según algunas versiones, originalmente uno de los danzantes era representado por una máscara de un niño o joven, ya que representaba a la estación entrante, mientras que los tres viejitos restantes representaban a las estaciones pasadas. Según los purépechas, solo los petámunis o chamanes, es decir, los más ancianos y sabios del pueblo podían realizar la danza.
Danza
Los cuatro danzantes iniciaban a bailar conforme la estación que representaban, el más joven danzaba con mucha energía ya que representaba la estación entrante, mientras que el último, representando a la estación que se termina, danza con dificultades y aparenta que ya no puede más.
Sin embargo, con la llegada de los españoles la danza original de los viejitos cambió, y se fue transformando con y pasó de ser un ritual para la llegada de las estaciones, a ser una caricatura del colono español que tenía menos energía que los indígenas y envejecía más rápido.
De acuerdo con Margarita Godínez, quien escribió en una columna de La Jornada en el año 2014 llamada “La danza de los viejitos: resistencia y dignidad”, la danza se transformó en una representación de un acto de fuerza contra los ancianos purépechas.
En su afán por obtener todas las riquezas de los purépechas, los españoles violentaron a los ancianos para señalar las fuentes de riqueza de los suyos, sin embargo, se negaron a entregar los tesoros del pueblo a los invasores. A cambio, los ancianos fueron obligados a caminar sobre carbones ardientes en la plaza pública, pero no cedieron, nunca confesaron. Según Margarita Godinez, la danza de los viejitos es una representación simbólica de aquella tortura de los españoles hacia los chamanes purépechas.
Existen diversas variantes de la misma danza, con diferentes vestuarios, y piezas musicales, siendo la más conocida y representativa la de Jarácuaro.
La peculiaridad de la danza está en el toque humorístico; los danzantes escenifican los achaques de la vejez mediante caídas, espasmos y un caminar encorvado; no obstante, también hacen alarde de una vitalidad juvenil que expresan con un intenso zapateado al ritmo de la música, y con el saludable color rosa en sus máscaras a pesar de las arrugas y dentadura en mal estado. El baile es guiado por una pareja conformada por el llamado «Veripiti» y la «Maringuía.» Ésta última es la representación de una mujer anciana de cabellera gris. Los danzantes son acompañados por músicos con violines y guitarras, quienes se dan a la tarea de interpretar la música folclórica característica de la la danza, lo que incentiva aún más el entusiasmo y la participación del público.
En el transcurso de la danza participan otros personajes conocidos como los “feos,” cuya actuación se centra en la burla y el desdén hacia el baile de los cuatro viejitos. Su intervención cumple con un acto de bufonería y provocación hacia el público.
Las interpretaciones que se le dan a la Danza de los Viejitos son variadas, por ejemplo, existe una versión que la describe como un acto de burla hacia la poca energía de los colonizadores españoles para bailar, otros la vinculan con la celebración de la Navidad, fecha en que se presentan estos danzantes durante la tradicional Misa de Gallo a la media noche del 25 de diciembre.
La Danza de los Viejitos está tan arraigada en los pueblos de la zona lacustre de Michoacán, que la mayoría de los niños de la región son iniciados como danzantes desde muy pequeños, siguiendo así el ejemplo de sus padres. Es por ello que la relevancia de la danza sobrepasa el folclor, pues tiene que ver con un profundo sentido de identidad.
Actualmente, la Danza de los Viejitos es reconocida internacionalmente por su expresividad escénica llena de colorido y simbolismo. Distintas compañías de ballet folclórico han llevado esta tradición a escenarios de todo el mundo para darla a conocer en festivales artísticos.
Vestimenta
Se compone de pantalones bordados respresentativos de la comunidad de origen y camisa de manta blanca cubierta por un colorido sarape o jorongo; también calzan huaraches con suela de madera que ayuda acentuar mejor el zapateado durante la danza. Los danzantes llevan la cara cubierta con máscaras hechas de madera o pasta de caña que representan el rostro de ancianos sonrientes. Para simular la cabellera de los viejitos se utiliza fibra de zacate y el atuendo se complementa con un sombrero adornado de listones multicolores y un bastón.
Música
Para la música tradicional de la danza de los viejitos solo se utilizan instrumentos de cuerda, como la guitarra, el violín y el contrabajo. Las melodías que se tocan para este efecto son conocidas como pirekuas, -la música tradicional Purépecha- y junto con la danza, forman parte de la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad declarada por la Unesco.
Aunque existen varias piezas musicales que acompañan la danza, las más poupalares son pirekuas como, «El Gustito», «La Competencia», «El Huarache», «El Saludo del Amigo» y «El Trenecito».
Fuentes: Cultura colectiva / About Español
Originally posted 2020-11-18 10:00:11.